Hay un imperativo Nietzscheano que dice "¡Conviértete en lo que eres!" y que suele leerse en términos de auto-creación, ruptura con el pasado y las expectativas, autenticidad de tipo individualista.
En "Schopenhauer como educador" (un texto muy bueno, por cierto), Nietzsche escribe: "El hombre que no quiera pertenecer a la masa tan sólo necesita dejar de mostrarse acomodaticio consigo mismo; seguir su propia conciencia que le grita: '¡Sé tú mismo! Tú no eres eso que ahora haces, piensas, deseas'."
Este mismo imperativo puede entenderse en términos más bien aristotélicos, unidos a la otra máxima griega "¡Conócete a ti mismo!" En este sentido, el "¡Conviértete en lo que eres!" se transforma en la llamada a actualizar todas las capacidades que le pertenecen a uno por naturaleza, un perfeccionamiento propio del ser humanos. Contra el espíritu Nietzscheano, yo leo la frase de Nietzsche a mi manera, esto es, en términos aristotélicos y cristianos (de nobleza del espíritu), que es donde resuena la verdad.
Así también leo este poema de May Sarton (Bélgica-EEUU, 1912), de quien no sabía nada hasta hace poco, cuando leí la reseña de una reciente traducción al español de uno de sus libros, "Anhelo de Raíces". Como las raíces se me están convirtiendo en tema favorito, espero que sea una de mis lecturas este año. Recientemente volví a encontrar una mención a Sarton, en una cita de uno de sus diarios que se lee bastante bien en conexión con "One Art", el poema de Elizabeth Bishop que publicábamos el otro día.
"Pienso en los árboles y en la sencillez con que se desprenden, cómo dejan caer las riquezas de una temporada, cómo son capaces de dejar ir sin tristeza (o así parece) e ir a la profundidad de sus raíces hacia la renovación y el sueño... Imita a los árboles. Aprende a perder para recobrar, y recuerda que nada permanece igual por mucho tiempo, ni siquiera el dolor, el dolor psíquico. Persevera. Deja que todo pase. Despréndete."
Así pues, para este año: Que perdamos un poco más. Que seamos más nosotros mismos. Que nos paremos un poco.
(via) |
NOW I BECOME MYSELF (May Sarton)
Now I become myself. It's taken
Time, many years and places;
I have been dissolved and shaken,
Worn other people's faces,
Run madly, as if Time were there,
Terribly old, crying a warning,
"Hurry, you will be dead before—"
(What? Before you reach the morning?
Or the end of the poem is clear?
Or love safe in the walled city?)
Now to stand still, to be here,
Feel my own weight and density!
The black shadow on the paper
Is my hand; the shadow of a word
As thought shapes the shaper
Falls heavy on the page, is heard.
All fuses now, falls into place
From wish to action, word to silence,
My work, my love, my time, my face
Gathered into one intense
Gesture of growing like a plant.
As slowly as the ripening fruit
Fertile, detached, and always spent,
Falls but does not exhaust the root,
So all the poem is, can give,
Grows in me to become the song,
Made so and rooted by love.
Now there is time and Time is young.
O, in this single hour I live
All of myself and do not move.
I, the pursued, who madly ran,
Stand still, stand still, and stop the sun!
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