viernes, 11 de febrero de 2022

#42 [Imagínate a Bach] (José Cereijo)

Uno a veces lee lo que grandes personajes lograron a sus veinte años, por ejemplo, y siente una cierta vergüenza. Es un vergüenza vanidosa y tonta, como también lo es la de no ser tan bueno en algo como uno quisiera, como—ahem—lo son otros. Este poema, en cambio, invoca otra vergüenza, una que no se siente, aunque se debería, cuando no se es fiel a una vocación, a la inspiración divina—esa de llamada a crear o a conservar, a un trabajo "digno del oyente supremo".




Imagínate a Bach, inclinado

sobre un papel de música, escribiendo
algo que sólo él, y tal vez el silencio,
escuchan; algo que acaso sólo vaya a oírse
una vez, una distraída vez,
o acaso nunca,
pero que ha de ser digno del oyente supremo,
del que no se distrae,
de aquél que sabe oír, y sabe
entender, y sabe amar.


Imagínatelo, para tu vergüenza. 

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