domingo, 6 de marzo de 2022

#65 El violín (Mario Míguez)

La solapa de Difícil es el alba, la antología de poemas de Mario Míguez, dice que la selección es del mismo poeta. Y como Míguez murió antes de que la antología viera la luz, no tengo a quién reprocharle que no haya incluido un poema sublime que siempre me saca escalofríos. Está incluido en Dios en la poesía actual, pero lamentablemente aparece truncado: termina en una nota negativa, cuando las notas finales de ese violín son gloriosísimas. Como no lo he encontrado por ahí, que quede aquí, para la posteridad, que lo merece. 

(via)

EL VIOLÍN


De nuevo están mis cuerdas 

tensadas hasta el máximo 

a punto de romperse. 

De nuevo aprieta Dios con fuerza mis clavijas, 

sostiene su violín muy suavemente 

y lo apoya en el cuello, a la luz de su rostro, 

y sus dedos deciden 

las notas en el mástil con dulzura. 

Y luego su arco pasa acariciando 

cada cuerda. Y la música comienza. 

Comienza siempre lenta, y casi imperceptible. 

Luego amorosamente 

va siendo más intensa. Sin embargo 

nunca puede decirse cuáles sean 

su compás ni su tiempo. No son fijos. 

Qué afinadas las notas, en qué timbre 

claro y bello transforma y va ordenando 

esos sonidos graves que antes eran 

nada más que mi ruido, mi angustiado 

sollozo, mi lamento sin ritmo ni medida. 

Y después se hace hiriente. 

Se agudiza. Es cortante. 

Es mi carne también el instrumento: 

el violín que ha templado, su querido instrumento. 

Y me va desangrando. 

Va vaciando mis venas poco a poco

para llenarlas luego de sonora belleza.

Y el lugar de la sangre lo ocupa ya la música.

Y el corazón, su ritmo, son los mismos del alma.

El cuerpo está entregado como el alma:

el alma que, entregada, ya es la música.


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