Otra de las muchas cosas que me gustan de España. En el colegio teníamos una profesora de arte que bailaba flamenco—y vaya si lograba fascinarnos, con esa fascinación tan de la tierra que bien describe este poema.
FLAMENCO
De la tierra,
esa música viene de la tierra,
viene de la contienda, del asalto, del oscuro atropello
de las arterias del planeta.
Viene de la preponderancia del fuego,
del confuso lenguaje de los yacimientos,
del desconsuelo de los minerales,
esa música es ciega como las raíces
y es terca como las semillas.
Sabe a tierra, como la boca de un cadáver,
viene y es de la tierra,
redobla a geología,
esa música es parda como la corteza,
compacta como los diamantes,
no dictamina, sólo muestra
la voraz certidumbre de lo vivo,
el vértigo que va desde el sustrato
a la calamidad que grita.
Esa música narra el agujero
que delata en los hombres su ascendencia,
esa música es toda ese agujero;
un sordo abismo que reclama
la primera soledad, el primer llanto
de la primera noche.
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