El día de la nada y el vacío; el día de la madre y la esperanza.
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STABAT MATER
De tu cara a mi cara hay unos pocos metros
de polvo y sol marchito y, sin embargo,
tus rasgos son los míos. Un día estuvimos juntos:
tú dentro de mi adentro, y en mi vientre creció
la gesta de tu vida.
De tu cara a la mía hoy se alza un mar muy negro
y no puedo cruzarlo, y aquí de pie, mi niño,
miro cómo te alejas o te hundes.
Bendita sea la muerte si hasta ti me llevara
en un barco de luto.
Estar de pie o echada, hoy qué importa.
Bendita sea la muerte porque lava la frente de los muertos
y pone entre sus bocas una rosa encendida.
Bendita sea la espada que cuando tú naciste,
cortó el cordón,
y desde entonces voy a la deriva.
Estar de pie o echada, hoy qué importa.
Están dos corazones fuera el uno del otro,
impar cada latido. Qué soledad, la última.
A mi lado está hoy la muerte que te vi desde niño
entre pastores, ángeles y magos.
De tu cara a mi cara, unos metros de polvo
que me susurra: «Ha muerto», en el oído.
Estaré aquí de pie
cuando te bajen ya desmadejado.
Y mis brazos serán tu cuna fría.
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