Carlos Marzal termina su poética en uno de aquellos cuadernos de la Fundación Juan March de la siguiente manera:
"Con frecuencia pienso que el destino de los escritores resulta muy curioso, dedicados a reunir palabras, a disponer las palabra en el reñidero de las páginas en blanco, a tener fe en una actividad de tanto aislamiento, de tanto encierro. Pero, a decir verdad, todas las vidas resultan sorprendentes, se dediquen a lo que se dediquen. El fundamento de la literatura, no obstante, es la persecución de la alegría. No son malas compañeras las palabras para tratar de ser un poco más felices. Tal vez sea una extraña forma de vida, pero es una forma al fin y al cabo: la que algunos hemos elegido para habitar en el mundo."
EXTRAÑA FORMA DE VIDA
Bajo el yunque de fuego
que el sol de agosto enciende
en el muro encalado, se derriten los pétalos
de una sedienta buganvilia grana.
Qué extraña esta belleza moribunda,
esta desaforada desnudez grandiosa,
esta sílaba escueta del milagro.
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