Dicen las noticias:
"El Gobierno ha aprobado este martes la reforma de Ley del Aborto impulsada por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero... Esta ley permite el aborto a menores de 16 y 17 años sin permiso paterno en las 14 primeras semanas de embarazo -también para mujeres con discapacidad- y elimina los tres días obligatorios de reflexión."
Y pienso en este poema de Manuel Ballesteros.
(via) |
No tuve mucha suerte. Hubiera sido,
si juzgo por los rasgos de familia,
un hombre tolerante, aficionado
a la buena pintura y a la música,
lector infatigable y algo crédulo,
enemigo de todo dogmatismo,
flexible, liberal, acerbo crítico
de nuestra tradición judeocristiana,
proclive a lo oriental, ecologista,
de la izquierda selecta, un ilustrado
del siglo XXI, residente,
más que probablemente, en un chalet
demotizado, de diseño, en una
exclusiva, atrayente, silenciosa,
¡ay!, urbanización de alto standing.
Pero no tuve suerte y me engendraron
en medio del invierno, de improviso,
una noche de amor, quizá, o de whisky,
sin planos, sin proyectos, sin haberme
buscado expresamente. Fueron días
difíciles en casa, se estudiaron
los contras y los pros, se sopesaron
códigos, argumentos, circunstancias,
se evacuaron consultas y, por fin,
(apremiaban los plazos y los médicos)
papá y mamá dictaron su sentencia:
"no se trata de un niño deseado,
existen evidentes riesgos psíquicos:
procede interrumpir". E interrumpieron.
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