Poeta e hija de dos de mis poetas favoritos. Un poema que leí hace siglos en el blog de Mesanza y que se me quedó esculpido como una catedral de piedra en la memoria.
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ROMA III
Mi alma ya no está en Roma, pero es Roma;
a golpes el recuerdo la ha esculpido,
la ha llenado de templos y de ruinas.
Sobre siete colinas se alza Roma,
sobre siete colinas se alza el alma,
con sus columnas sosteniendo el cielo,
que parece girar en lentos círculos
en lo alto de los altos capiteles.
Mi alma es el sol que pasa entre los arcos
del circo colosal. Mi alma es Sant’Angelo:
es el castillo firme y es el puente
bajo el que serpentea turbia el agua.
Mi alma es la iglesia donde la lechuza,
bajo apuntadas bóvedas, se rinde
ante la sabia madre de Jesús;
y también es aquélla al otro lado
del mundo. Mi alma, el tridente que parte
desde la plaza de las dos gemelas;
mi alma, la plaza de los cien peldaños;
mi alma, la plaza de los cuatro ríos.
Mi alma es el claustro de columnas blancas,
iguales dos a dos, de mármol frío,
de San Juan de Letrán. Mi alma, el palacio
erguido en la cornisa del teatro.
Mi alma es el templo de paredes curvas,
donde destruye el sol a las tinieblas
descendiendo hasta el centro de su reino,
cruzando el ojo abierto a lo divino,
deslumbrando la mente de los hombres.
--¿Por qué no regresaste antes al cuerpo?
¿Por qué no me trajiste Roma antes?
¿Más de tres años, alma, te ha llevado
volver de Roma convertida en Roma?
--¿Pero qué son tres años si te traigo
a ti, que eres mortal, lo inmune al tiempo?
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