MI HIJO ME PREGUNTA POR EL CIELO
Ya no sabrá el dolor de nuestros huesos
maltrechos de vivir, de andar rodando
entre las escombreras de los días.
No tendremos temblor de cicatrices
ni la lluvia calando nuestras horas
cuando ladran los canes del insomnio.
No tendremos la angustia de la duda,
ni habremos de ensayar las despedidas
pues todo será encuentros y retornos
por los caminos lentos del desierto.
Me preguntas que cómo será el cielo,
si allí seremos niños,
o tendremos bastón y pelo blanco,
si habrá hamburguesas, globos y peceras…
Allí no tendrás miedo a las noches,
porque habrá sol —será siempre verano—,
y tendrás un balón, y esta piscina,
y tu mano en el hueco de mi mano.
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