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COURS DE LA SOMME
Me ha levantado el ruido de la luz
cuando estaba escribiéndote
y he abierto el ventanal con su lienzo de cielo.
El frescor de la noche me ha abrazado.
Allí estaba.
Era el chisporroteo del color
brotando en aquel ángulo
que el escorzo del aire en perspectiva
me daba al lado izquierdo.
Y me han llegado,
con el brillo de aquella pirotecnia
resuelta en humo audible,
el recuerdo de nuestra propia noche
de los fuegos,
la calma que tiñe tibiamente
el murmullo lejano de los jóvenes
de sábado en el parque,
el muchacho que traza
un circuito invisible mientras gira de súbito
con su tabla de skate en mitad de la recta,
y el beso de la brisa y su susurro
como el olor de aquella paseante
un instante después,
como tus manos entre mi cabello.
De pechos en mi almena,
me hace señor la noche de Burdeos
de estos pequeños dones.
Quién hubiera supuesto que aquí estabas,
tan lejos de mi lengua y de los míos,
esperándome tú,
serenidad.
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