El corazón de Dios fue el último poemario que publicó Carlos Pujol antes de su muerte. En poco menos de un año se acogería a las entrañas de ese corazón. Los cuatro últimos versos se me vienen con cierta frecuencia a la cabeza, como los aldabonazos del poema de Lope de Vega; el Rey de la paciencia a la espera de ese día de mañana.
Eres la disponible eternidad,
y a mí que me distrae
el vuelo de una mosca.
Mientras haya juguetes,
soldaditos, peonzas, bicicletas,
el cine de la tarde de los sábados,
ni me acuerdo de ti.
Urgen todas las fábulas.
Tú, rey de la paciencia,
con tesoros de tiempo en los bolsillos,
esperas a que un día
me canse de estar solo.
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