El año pasado pasé por un breve período de (deseos de) productividad. Es una obsesión muy anglosajona y es todo un mundo en sí mismo, lleno de apps, hacks, cursos y agendas. Hay cosas muy buenas, muy de vivir la vida con más intencionalidad, más focus, pero también tiene sus riesgos y obsesiones. Entonces, cuando lo necesitaba, llegó a mis manos Four Thousand Weeks: Time Management for Mortals, de Oliver Burkeman, un libro para todos los mortales que tenemos esa tensa relación con el tiempo. La premisa del libro es que nuestro tiempo es demasiado corto, insultantemente corto, y que si lo vemos como un contenedor que tiene que llenarse para que sea más efectivo el envío, quizá nos estemos perdiendo de lo que lo hace verdaderamente valioso. Suena a ideas bien sabidas, pero a mí me resultó iluminador y refrescante.
El poema de hoy de Susana Benet, "la más japonesa de nuestras poetas", pone las cosas en perspectiva y es también un buen recordatorio para este comienzo de año, cuando tenemos aún frescos todos los buenos de propósitos de aprovechar el tiempo, que no es otra cosa que vivir el presente, sea el que sea. Que no se nos olvide lo importante.
DE QUÉ ME SERVIRÍA
De qué me serviría lamentar,
interrogar al cielo.
La trama está tejida y el destino
fijado de antemano.
El tiempo que me otorga es tan breve
que incita a la codicia.
Cada segundo cuenta
como una eternidad.
No menosprecio
el más mísero instante
que a tu lado la vida me conceda.
No sólo el más feliz,
tampoco el más amargo.
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