El poema de Miguel d'Ors nos ha llevado al de Edwin Muir, que inevitablemente nos trae a este de Julio Martínez Mesanza. Quizá uno de sus más conocidos. Breve, agónico, emocionante.
Nos ha salido así una trilogía de caballos en la luce una nobleza superior a las vanidades de los hombres y una cierta hermandad, compañeros de los mismos caminos invitándonos a mirar un poco más alto.
(Antología, 2020) |
También mueren caballos en combate
y lo hacen lentamente, pues reciben
flechazos imprecisos. Se desangran
con un noble y callado sufrimiento.
De sus ojos inmóviles se adueña
una distante y superior mirada,
y sus oídos sufren la agonía
furiosa y desmedida de los hombres.
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