El primer verso de este poema lo he usado como jaculatoria, "aléjame, Señor, de la barbarie". No la del eco ofensivo de otra gente, sino la mía propia, mis ecos bárbaros. Hay mucha barbarie desplegada por el mundo, pero todos luchamos con nuestras barbaries en distinta medida. Así que vengo a hacer de mendiga y pedir una oración para esta casa: "aléjala de sus barbaries."
ALÉJAME DE LA BARBARIE
Aléjame, Señor, de la barbarie
y del eco ofensivo de esa gente
que arrasa tus sagrarios con el único
afán de erradicarte de la tierra;
también del enemigo aquel que viene
con la sola intención de fastidiarme.
Sitúame, a ser posible, lejos,
o, al menos, dame gracia suficiente
para estarme con ellas a la mesa
y amarlos, como tú, hasta el extremo.
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