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NEGACIÓN DE LAS PUERTAS
Hay puertas que gruñen sordamente
al cerrarse
y esconden con celo de animal
un enjambre de chácharas.
Hay puertas que se azotan de golpe
y cortan el hilo del oído
con guillotinas verticales.
Hay puertas que son una extensión
de la pared
y otras batientes por las que se asoma
la dentadura postiza de la casa.
¿Quién no ha escuchado
en noches de ventisca y perros
la sinfonía de las puertas, las bisagras
que solo tocan la nota del desprecio
y nos dejan sonriendo a la intemperie
como bobos debajo de la lluvia?
Hay puertas que conocen bien
nuestras narices
y otras que solamente atraviesa el fantasma
inocuo de la mente.
Hay puertas que son tambor desesperado
y otras más tristes que al cerrarse
apagan algo adentro
como cajas de música.
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