Ayer un pequeño grupo de doctorandos nos reunimos con dos profesores para ver la última película de Asghar Fahradi, "A Hero". Es un peliculón, a la altura de las otras dos películas suyas que he visto: "About Elly" y "A Separation". Las tres tienen una premisa similar: personas buenas, que caen en una mentira, más o menos piadosa, que se sale control.
En varias entrevistas Fahradi ha dicho que sus películas suelen empezar como una imagen, un botón, que necesita un abrigo. Es como hacer un abrigo a partir de los botones y no de la tela. Es una imagen que me gusta mucho, porque me parece que capta muy bien algo que yo también he sentido al escribir poemas, cuando uno da con un verso adecuado a partir del cual nace el resto del poema. Luego, me sorprendió leerle la misma idea a Piedad Bonnett. En una entrevista le preguntan cómo comienza un poema, con una palabra, con una idea, cómo. Bonnett responde que con un verso—con un botón—a partir del cual hay que buscar el poema—el abrigo, en la imagen de Fahradi: "La poesía viene y reside en el lenguaje. Aparece ese verso que encierra una promesa y es como quedarse embarazada. Sabes que vas a parir y a lo mejor va a ser lindo y es una emoción intensa porque te pertenece. Pero luego tienes que buscar el momento del poema." Así sucedió con el poema de hoy. A partir de una conversación con una conocida sobre un dolor compartido, el suicidio de un hijo, surgió un verso, el primer verso: “Una cocina puede ser el mundo”. Y a partir de ahí no hubo más que tirar del hilo.
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COCINA
Una cocina puede ser el mundo,
un desierto, un lugar para llorar.
Estábamos ahí: dos madres conversando en voz muy baja
como si hubiera niños durmiendo en las alcobas.
Pero no había nadie. Sólo la resonancia del silencio
donde alguna vez hubo música trepando las paredes.
Buscábamos palabras. Bebíamos el té
mirando el pozo amargo del pasado,
dos madres sobre el puente que las une
sosteniendo el vacío con sus manos.
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