Llego un poco tarde hoy, porque he estado de viaje y (vae mihi!) me he dejado el ordenador en el aeropuerto. Lo han encontrado pero es incierto cuándo me llega. Ya mis manos, ay, lo echan de menos.
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SONETO PARA PEDIR POR MIS MANOS
Andan cerca de mí: sólo un momento
antes que el corazón, casi a mi lado.
Han nacido conmigo, a mi cuidado;
se mueven al sudeste de mi aliento.
Cada vez que hablo os digo que las siento
hablar en mi favor. Acostumbrado
me tienen a su peso, a su cansado
modo de partirse por el viento.
Yo las quiero. Me sirven bien. Y os juro
que han querido tocar hasta el misterio
y el techo del amor a todo trance.
Un día llorarán. Estoy seguro.
Cuando se pongan a pensar, en serio,
en las cosas que estaban a su alcance.
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