Al volver a leer este poema me ha dado por leer algunos trozos de "Deus Caritas Est". No me acordaba de que el Papa citaba a Nietzsche al principio de la encíclica: "El cristianismo, según Friedrich Nietzsche, habría dado de beber al eros un veneno, el cual, aunque no le llevó a la muerte, le hizo degenerar en vicio. El filósofo alemán expresó de este modo una apreciación muy difundida: la Iglesia, con sus preceptos y prohibiciones, ¿no convierte acaso en amargo lo más hermoso de la vida? ¿No pone quizás carteles de prohibición precisamente allí donde la alegría, predispuesta en nosotros por el Creador, nos ofrece una felicidad que nos hace pregustar algo de lo divino?"
La encíclica es una respuesta cabal a estas preguntas. También Cantalamessa, que no escribe nada que no me impresione y emocione, tiene una conferencia en español sobre el eros divino, ideal para estas fechas del sacramento del amor. Para un resumen de estos temas, este poema de Juan Meseguer.
EROS ES DIOS
Amor, en lo más hondo
de la carne
Miguel Sánchez Gatell
Me dicen que eres ágape,
dispuesto al sacrificio.
Y yo que sí,
que es cierto.
¿Y cómo no va a serlo
después de tanta Cruz y tanta Eucaristía?
Mas
no olvidemos
tu amor en lo más hondo de mi carne;
el secreto temblor que nos recorre
en la cima del éxtasis.
Por no hablar —¡cielo santo!—
de esas misas salvajes,
cuerpo a cuerpo,
donde Tú te me entregas
con la pulsión a punto de romperse.
¿Y qué decir
del modo en que perdonas mis pecados?
Yo venga a hacer el tonto
—¡admirable constancia!—,
y Tú:
Anda, amado mío,
levántate y no peques más.
Enjúgate las lágrimas
y vamos a querernos
a un lugar apartado.
Ven, vámonos,
que es tarde y anochece.
Qué belleza! Gracias
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