Un poema que no estaría mal recitar cada mañana.
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AL AIRE LIBRE
Diariamente me levanto y miro
mi juventud en el espejo; palpo
mis ropas; pongo oído atento
a la circulación de la poesía
por las venas.
Este soy yo. Los libros
abren sus mundos. Por la calle
pasa la vida. En el balcón de enfrente
un albañil ajusta una baldosa.
Abre un comercio; frena un automóvil;
se oye un pregón, y un río
lleno de barcos me atraviesa el pecho
y se remansa en mi garganta.
Vivo estoy, por supuesto. ¿Cuánto tiempo
correrá este caballo por la orilla?
¿Cuándo se quebrará este cántaro
que tanto va a la fuente?
Las preguntas aumentan con los meses.
Hay que ire acostumbrando—dicen—
a separarse de las cosas. Pero ahora
es uno libre y libres son los pájaros,
libres las arboledas y los libros;
por las verjas abiertas
circula libremente la alegría.
La juventud está por encima del tiempo.
Diariamente me levanto y abro
de par en par ventanas y balcones.
Recuerdo coplas, y entra en mí de pronto
la asombrada alegría de estar vivo.
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