El lunes estuve en Baltimore y me pasé por la tumba de Poe y por el puerto donde fue encontrado, delirante, en una cuneta, días antes de morir.
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EDGAR ALLAN POE ES ALCANZADO EN EL PUERTO DE BALTIMORE POR LAS SOMBRAS QUE LE PERSIGUEN
And the cloud that took the form
(When the rest of Heaven was blue)
Of a demon in my view—
“Alone”
Nunca dejaron de acompañarte.
Los perros desdeñosos
te hacían perder el equilibrio.
Tuviste que gritar,
blasfemias volcadas sobre las sombras
procurando apagar el escándalo de sus ladridos.
Otras veces
resultaba más recomendable hablar para tratar de calmarlos,
los susurros podían ser más convincentes
y detenerlos en cualquier esquina,
para después seguir caminando solo.
La soledad es un paseo por las calles de Baltimore.
Nunca pudiste liberarte,
aquellas sombras fueron creciendo,
como cuervos posados en las estatuas
con los ojos fijos en el vacío de un demonio que sueña.
A ti,
que estuviste en el filo de una lúgubre medianoche
viendo espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo.
A ti,
que probaste el dolor,
que lo bebiste como un licor exquisito,
yo me acerco
y te miro tratando de buscarte al otro lado de la piedra
tallada por la desgracia,
del mismo modo que sucede con la belleza.
Nunca más sonarán las campanas de plata,
los barcos que ahora llegan al puerto de Baltimore
vienen llenos de gente demasiado asustada para hablar.
Traen una piedra en el sitio del corazón,
no intuyen estas sombras que deambulan por las calles,
estas sombras que no son ni hombres ni mujeres ni bestias,
acaso perros o pájaros o palabras en los picos de los pájaros
o en las mandíbulas.
Cuando pasan a su lado no son más que la brisa marina
de la que emergen.
Hay un silencio ahora
sobre el silencio
de las sombras.
Muerden como palabras
en el sitio del corazón.
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