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LA CERTIDUMBRE
No es fácil aceptar que cuanto existe nos celebra:
sólo quienes no saben otra cosa, lo saben de verdad.
Si buscas en el fondo de la dicha encontrarás
la inexplicable gratitud que explica
que eres la sede de una gran victoria.
Hay un sabor de infancia en el milagro repetido
de despertar, raya de sol marcando en la pared
la altura de nuestra perplejidad.
Hay un sabor de infancia en el milagro repetido
de deslizarse a las aguas del sueño cada noche,
talco de luna rubricando en el aire de una celda
nuestra inocencia antigua.
Hay instantes así por cuyos huesos
transitan certidumbres colosales
como un vaso de vino o un beso apasionado.
Y todo nos celebra y es el triunfo
sin adjetivos de estar vivos, el de ser espejo
de toda la belleza de este mundo.
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