Dice el evangelio que nadie es profeta en su tierra. Han tenido que ser dos españoles—Luis Alberto de Cuenca y Julio Martínez Mesanza—los que me han animado a adentrarme en el mundo poético del bogotano Álvaro Mutis, el mundo poético de Maqroll el viajero.
Dice LAdC:
No es de extrañar, así, que la obra poética de Alvaro sea de gratísima lectura, pues toda poesía de calidad que no pretende enarbolar la bandera neovanguardista ni erigirse en depositaría de los secretos del universo o de los misterios del ser, suele ser divertida de leer, contagiosa, centelleante, y la de Mutis lo es en altísimo grado. Parece lógico que el poeta colombiano afincado en México se interese por la poesía de uno de los triunviros de NUEVA REVISTA, Julio Martínez Mesanza: un idéntico anhelo de aventura, una misma postura de rebeldía ante la political correctness que nos devora el alma, una interpretación moral pareja de la literatura y de la vicia reúne a Alvaro y a Julio en la misma casilla.
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CANCIÓN DEL ESTE
A la vuelta de la esquina
un ángel invisible espera;
una vaga niebla, un espectro desvaído
te dirá algunas palabras del pasado.
Como agua de acequia, el tiempo
cava en ti su arduo trabajo
de días y semanas,
de años sin nombre ni recuerdo.
A la vuelta de la esquina
te seguirá esperando vanamente
ese que no fuiste, ese que murió
de tanto ser tú mismo lo que eres.
Ni la más leve sospecha,
ni la más leve sombra
te indica lo que pudiera haber sido
ese encuentro. Y, sin embargo,
allí estaba la clave
de tu breve dicha sobre la tierra.
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