Siempre me da una cierta tristeza cuando escucho a alguien decir que no quiere tener hijos. Que el planeta, que qué lío, que hay otros proyectos por delante. Como si esos proyectos personales fueran comparables con un hijo, como si no vieran en absoluto el valor de la maternidad. Y en verdad, la maternidad ha perdido su lustre en nuestra cultura y todos sufrimos con esa pérdida. Podría escribir un artículo sobre esto, pero qué bien lo dice Rosa Berbel en este poema. Recuerdo que la primera vez que lo leí pensé en esa idea de que la literatura no está para dar sermones, que la verdad ha de lucir en el poema mismo, en la encarnación de las ideas. Si no para una defensa de la maternidad, al menos para una lamentación de lo que estamos perdiendo, no se me ocurre mejor artículo de opinión que este poema.
ÁRBOL GENEALÓGICO
Durante tantos años esas manos
alimentaron hijos,
construyeron ciudades
en civilizaciones olvidadas,
acariciaron cuerpos infelices.
Durante tantos años escogieron
meticulosamente,
la ropa de los otros.
Cultivaron la tierra,
sustentaron desnudas columnas y familias.
Durante tantos años esas manos
marcaron el camino que volvía a la casa,
o inventaron la casa cuando fue necesario
en medio del camino.
Durante tantos años sujetaron
con férrea disciplina
el peso muerto del amor,
y dentro el de la historia,
y dentro el de la guerra,
y dentro el de la vida moviéndose
tan rápido,
y más aún nosotros, tranquilos
y apacibles.
Pero ya están cansadas. Y nosotros
caemos sin consuelo,
abajo, muy abajo,
y más deprisa,
cada vez
más deprisa.
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