Ya se sabe lo que decía Borges: que el amor nos permite que veamos al otro como lo ve Dios. Y abría que añadir que saberse amado por alguien es una ventana para atisbar un poco ese amor de Dios. Si tenemos alguien nos diga lo de este poema, si podemos oír aquí un eco de la voz Dios, tenemos quizá el mayor de los tesoros.
Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo,
ya ascendiendo de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces, le conteste
la nueva criatura que tú eras.
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