No es fácil aceptar que cuanto existe nos celebra:
sólo quienes no saben otra cosa, lo saben de verdad.
Si buscas en el fondo de la dicha encontrarás la inexplicable gratitud que explica
que eres la sede de una gran victoria. Hay un sabor de infancia en el milagro repetido
de despertar, raya de sol marcando en la pared
la altura de nuestra perplejidad. Hay un sabor de infancia en el milagro repetido
de deslizarse a las aguas del sueño cada noche,
talco de luna rubricando en el aire de una celda
nuestra inocencia antigua. Hay instantes así por cuyos huesos transitan certidumbres colosales como un vaso de vino o un beso apasionado. Y todo nos celebra y es el triunfo sin adjetivos de estar vivos, el de ser espejo de toda la belleza de este mundo.
Now shall I store my soul with silent beauty, Beauty of drifting clouds and mountain heights, Beauty of sun-splashed hills and shadowed forests, Beauty of dawn and dusk and star-swept nights.
Now shall I fill my heart with quiet music, Song of the wind across the pine-clad hill, Song of the rain and, fairer than all music, Call of the thrush when twilight woods are still.
So shall the days to come be filled with beauty, Bright with the promise caught from eastern skies; So shall I see the stars when night is darkest, Still hear the thrush’s song when music dies.
Poeta e hija de dos de mis poetas favoritos. Un poema que leí hace siglos en el blog de Mesanza y que se me quedó esculpido como una catedral de piedra en la memoria.
A mí Wallace Stevens me parece un poeta difícil, pero no es un poeta hermético, de esos que complican para parecer profundos o que usan palabras como juguetes para al final no decir nada. Muchos de sus poemas exigen del lector, pero dan mucho de sí. Y no todos son poemas difíciles; otros, más hospitalarios, invitan a entrar sin complicaciones. Como este de la casa callada, que es quizá uno de los mejores poemas escritos sobre la lectura.
Yo he perdido el placer lector de mi adolescencia, cuando podía pasarme horas leyendo, totalmente perdida en el libro, the reader becoming the book. Serán las pantallas o la lectura del doctorado que se ha devorado el placer de otras lecturas o... quién sabe, pero qué ganas de volver a ese ambiente que tan bien describe Stevens en su poema.
When buffeted and beaten by life’s storms, When by the bitter cares of life oppressed, I want no surer haven than your arms, I want no sweeter heaven than your breast.
When over my life’s way there falls the blight Of sunless days, and nights of starless skies; Enough for me, the calm and steadfast light That softly shines within your loving eyes.
The world, for me, and all the world can hold Is circled by your arms; for me there lies, Within the lights and shadows of your eyes, The only beauty that is never old.
"Born in Todi around year 1230, four years after the death of St Francis in Assisi, Jacopone died in Collazzone in year 1306: Dante Alighieri was starting writing the Divina Commedia. Jacopone da Todi may be considered as the greatest poet of the Franciscan ideal and of the Italian literature before Dante. He is a protagonist of the European culture of the XIII century." (Via)
"Edward Caswall, CO, (15 July 1814 – 2 January 1878) was an Anglican clergyman and hymn writer who converted to Catholicism and joined the Oratory of St. Philip Neri under future-cardinal John Henry Newman, to whose influence his conversion to Catholicism was due. He was ordained a Catholic priest in 1852. Caswall was delegated the responsibility of establishing the Oratory school, which opened in 1859. He often served as acting superior in Newman's absence." (Via)